6.12.08

PARA CELEBRAR LA CONSTITUCIÓN








No se a otros, pero a mí me pasa. La memoria funciona con pautas distintas en cada persona. A mi me suele pasar malas jugadas; pero no la memoria, sino el orden.
Estos días he entrado en el mundo del mudéjar aragonés a trabes de la UEZ (Universidad de la Experiencia) donde para pasar el rato, estoy matriculado. ¡Ya voy en segundo! Lo de pasar el rato, es una forma de decir, y desde luego un rato se va entre ir, venir y escuchar. Pero es un rato agradable.
Como decía; por estas lecciones sobre el arte mudéjar y en asociación con lo escuchado, la memoria me ha traído la posesión de un libro, que versa sobre “El lazo mudéjar”
La publicación que data de 1995, pertenece a la Institución Fernando el Católico y obra en mi poder desde esa ya lejana fecha.
Yo sabia que la tenia; pero no sabia donde. Entre las lecciones y la obsesión de constatar lo dicho por las autoridades académicas de esta ciudad sobre ese tema, que yo sabia que tenia, he pasado un buen rato buscando el libro en cuestión.
Tenia idea de su volumen; algo más pequeño que un folio, su grosor más bien delgado ya que no se puede decir mucho sobre el lazo mudéjar, si no se quiere abrumar al lector no especialista. Para un carpintero (fustero), un albañil (alarife), etc., desde luego es poco voluminoso; pero para mí lo suficiente, además me ha permitido a trabes de su repaso volver a recordar y admirar la maestría de la geometría empleada por aquellos lejanos obreros.
Como se supone una vez encontrado, para lo cual has tenido que escudriñar en varios estantes, topas con otros que a pesar de verlos, también están arrinconados en tu memoria y descubres en el momento que buscas el otro.
Eso ha sucedido esta mañana dándome pie por la asociación de ideas para la conclusión, de este espacio.
Don Santiago Ramón y Cajal es el protagonista y el impulsor de la idea que me ha asaltado leyendo una parte mínima de sus escritos inéditos.
“PARA QUE TENGAMOS VIRTUDES CÍVICAS HAY QUE EXIGIR VIRTUDES EN EL HOGAR”
¡Toma lector! Clases de ciudadanía, oposición eclesial, oposición familiar, oposición social… y así hasta el infinito; como el lazo mudéjar.
Ahora entiendo esos ríos de tinta que llevamos derramados con la dichosa asignatura. La iglesia se opone porque si se ha de ser buen ciudadano, tiene que ser desde la casa donde se imparta esa educación, educación en que no estando de acuerdo, pretenden cambiar por su educación religiosa que es mucho más intransigente.
La familia “cristiana” que es la que, se opone… las demás familias, pasan y lo hacen precisamente en el sentido en el que incide Don Santiago; la familia se ha degenerado de tal modo que casi no puede imbuir virtudes entre sus miembros.
La sociedad también se opone, aunque no lo manifieste; ¿Por qué hay que dejar en manos del estado la educación cívica? Cuando como pensaba Ramón y Cajal, es la familia quien ha de impartirla. Por eso unas pasan; prefieren educar en el consumo. Da prestigio. En la tolerancia. Quita hierro a los propios errores – si no funciona nuestra familia con tolerancia y educación nos divorciamos y santas pascuas – Este es el quid de la cuestión. La ciudadanía a nadie le importa.
Si se venden sprays, que le importa al comerciante que las paredes de la ciudad estén horribles. Que le importa a la sociedad… mejor a las sociedades minoritarias incardinadas en la sociedad, el civismo, si se les permite importar criaturas como si fueran objetos, o adquirirlas contra natura.¿ Para qué? la ciudadanía si se permite el robo, expolio, prevaricación, soborno y toda una serie de defectos sociales, que antes lo son individuales y primero familiares.
Razón tiene Don Santiago Ramón y Cajal; no en vano fue el primer español dignificado internacionalmente y el primero también en muchas más cosas, de las que algunas dejaron huella y otras quizás por poco difundidas han pasado inadvertidas. Como este pensamiento.






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