29.1.09

TIRO EN LA CABEZA Y AL POZO


Este es el título de crónica que José Naranjo publica desde Las Palmas, en El País del día veintiocho, ayer.

El encabezamiento es lo suficiente gráfico a la par que espeluznante como para hacer recapacitar, no a la sociedad española, no; sino a sus élites.

Esos fiscales, esos jueces, esos gobernantes, esos dirigentes de los actuales partidos políticos que en su momento sufrieron esa represión y que ahora callan y dejan hacer. Dicen que para no tensionar la vida civil.

Que se hizo una transición ejemplar y que ahora seria echar a perder semejante logro.

Ese sufrimiento que se relata en el artículo y que indudablemente es una imaginación del que lo escribe; eso sí con una base de investigación, que ha deducido ese sufrimiento, además de la humillación que se relata en la muerte de esos 19 canarios, que seguro no habían cometido más crimen que pensar de modo diferente a otros.

cuando uno se mueve en ese mundo del recuerdo, a trabes de los archivos, se da cuenta del ingente esfuerzo, que supone recuperar a esas personas y devolverles su honor.

Fueron tratados todos como criminales, se les aplicó una justicia sumarísima, que adolecía de cualquier garantía.

Se les quitó una vida que en algunos casos estaba todavía por desarrollar; y no solo eso, se condeno a sus parientes al estigma, cuando no también a penas exorbitantes.

Esa es una cuenta que la sociedad española, en su conjunto, tiene que saldar.

Fuimos capaces de hacer que se sacaran las tropas españolas de una guerra artificial. Nos manifestamos por las masacres que se realizan de vez en vez en el territorio palestino. Somos solidarios con el hambre - hoy nuestro presidente ha donado no se cuantos millones para esta causa - en fin creemos que estos actos individuales o colectivos nos dignifican; pero olvidamos lo más próximo. Nos tapamos los ojos ante el horror que en este país se cometió hace más de setenta años.

En mi incursión en las aulas universitarias, tratando de este asunto, he constatado el poco aprecio que la ciudadanía - todos mayores de sesenta años - le presta al asunto. Las exposiciones del profesor, asépticas a más no poder; pero a pesar de ello muestran lo sucedido y dejan al ¿alumno? que saque sus conclusiones.

En el primer debate que se tuvo que precisamente verso sobre entonces recien inaugurado debate de las fosas comunes; una de las insistentes, ante el relato de la emoción de los familiares que recuperaban unos huesos; espetó a la concurrencia. Mejor empleado estaría el dinero entregado a las Hermanitas de los Pobres- institución que se dedica a asilo de ancianos - . Claro con el transcurso del tiempo se ha podido deducir el porque de esa afirmación.

Hablando del ejército y las prevendas que los oficiales tienen; la misma persona alborotó el gallinero diciendo que todos los militares no eran iguales - su padre lo había sido- y que el generalizar era de ignorantes o incultos- no sé exactamente el término que empleo- Esta persona que dice ser maestra y que años arriba o abajo es de mi generación, opina como opina y nunca hará nada por reivindicar la dignidad de los que fueron enterrados sin ritual, presos apaleados y humillados, esclavos de los industriales afectos al régimen... etc., en fin de esta guisa quizás cuando desaparezcamos las dos generaciones que vivieron y algunos medraron; otros nó, hasta entonces no se podrá consensuar el asunto.

Hay muchas salpicaduras, y muchos que se sentirían salpicados.

Para conocer algo sobre este tema recomiendo http://www.liberadosdelolvido.org/.

El que se acerque podrá ver la injusticia que en esta tierra - noble dicen - se produjo en aquel tiempo; que unos han olvidado y otros nos esforzamos por hacer recordar.

Esto creo es como las almas en pena. Hasta que no se desagravien sus culpas estarán rondando por nuestro mundo.
La ilustración del post, aun puesta con anterioridad es sintomática. Hijo Predilecto de un pueblo castellonense, y represor en Zaragoza y en algunos otros sitios por donde pasó.

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