13.1.12

RECUERDOS




Hace muchos... muchos años; tantos que el recuerdo de lo exacto se borra pero; de él quedan los posos importantes del asunto.

Leyendo lo que entonces proliferaba para la mayoría de los tristes españoles y que estaba al alcance de muchos pobres que habitábamos este país. El cambio de novelas en los quioscos en que las vendían y que costaba unos tristes céntimos, que no siempre se tenían y que cada vez que ibas al quiosco suponía una alegría; primero, por tener esos céntimos; segundo, por las expectativas de una nueva distracción que te evadiera de las penalidades de un adolescente de escasos recursos. Las lecturas que te proporcionaban esos intercambios, no eran de literatura de altura, si no de novelas de aventuras, oeste o hazañas bélicas; casi todas escritas por algún represaliado del régimen que recurría a este tipo de literatura para su subsistencia.

De esta literatura era de la que nos nutríamos muchos españoles. Y de ella recuerdo un párrafo de alguna de esas novelas, no se su título ni su autor; se me han borrado de la memoria ambos; lo que sí se me grabo ese párrafo que, si no literalmente venia a decir lo siguiente: Para hablar a las mujeres el italiano, a los hombres el francés, a los caballos el alemán y para hablar a Dios el español.

Esta elección de idiomas se me quedó grabada para siempre. Así cuando cumplí los años de la juventud, en una academia de idiomas y en uno de los escasos centros culturales que había en la ciudad "La Dante Alighieri" quise aprender italiano. Era lo que me interesaba hablar con las mujeres en busca, puede que precoz de una pareja.
No me sirvió de nada ese aprendizaje pero; ahí quedo un poso de idioma que aún hoy conservo con alguna dificultad, pero conservo.

Siendo mi lengua materna la de hablar con Dios, poco después de leer aquello y antes de pretender aprender a hablar a las mujeres, dejé de hablarle a Dios, ya que su conversación no me daba frutos de ningún tipo.

Luego pasaron los años y ya en la senectud me decidí por la lengua para hablar a los hombres; el francés, que tampoco me ha servido de mucho, pues los hombres si no son franceses, hay pocos que la hablen. Ahora su audición en boca de una feme te trae unas emociones inenarrables. ¿No les pasa como a mí? Espero con ansia las campañas de publicidad de los perfumes, para escuchar " c`est moi " cuando es llamada una mujer.  .

Los caballos nunca han tenido mi interés; y como este autor obvio el que ahora se ha convertido en imprescindible; el ingles nunca ha suscitado interés en mí, por entonces llegué a la conclusión de que era un idioma para analfabetos; aun teniendo hitos literarios y autores de fama universal, el término medio de los angloparlantes entran en la categoría citada, aun siendo ahora la lengua vehicular, además de universal. Yo sigo en mis trece.

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