17.7.07

Fin de etapa.

El domingo pasado después de ocho horas de paisajes, no impresionantes por su naturaleza ya que del este de la península hacia el centro también oriental, el paisaje no tiene mucho atractivo, viniendo desde Alicante hacia Zaragoza, el trayecto es más bien amorfo, ni grandes macizos montañosos, ni explanadas cerealistas o forrajeras y desde luego ningún bosque que de sombra y tape los árboles. O es la revés? Eso sí casas muchas más de la cuenta, en los más inverosímiles recovecos de la montañitas que siguiendo la linea de la costa se están colonizando para que los ociosos adquieran allí su segunda residencia. ¡ A escasos metros del mar ! anuncian y desde la carretera que se atraviesa y que casi rodea el complejo construido, a lo lejos si que se adivina el mar. El horizonte no tiene límite y por esa razón crees que lo que hay al final es el mar, ya que no se ve ninguna montaña escalonada de adosados - antes se escalonaba la montaña para plantar cepas o trigos y cebadas. Ahora parece que la cosecha es más fructífera con los adosados.

Este paisaje y la monotonía del autobús de linea regular, más que animarte a soñar te anima a dormir.

Luego en este viaje desde la privilegiada posición de los primeros asientos, que permiten una perspectiva mayor de la calzada y gracias a esto te mantienen despierto las imprudencias de otros conductores, que ves como sin casi espacio ellos con su atrevimiento y prisa realizan adelantamientos inverosímiles, que gracias a la pericia de los conductores adelantados - camioneros y autobuseros - no sucede nada

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