No creo que pertenezca a ningún familiar mio esta mansión que pretendo mostrar y sus tesoros, son el pasado, y como el mundo da muchas vueltas seguro que los propietarios de este palacio ya no viven como el retratado. Lo que sí es seguro que este príncipe fue el dueño y señor de una tierra que yo desconozco y que solamente he atisvado a trabes de la imprenta y ahora de la RED, el lugar está fuera de las rutas turísticas tanto que casi es desconocido, y a mí me costo cincuenta años enterarme de donde provenía mi apellido.
Sabia por mi afición a la heráldica de un Príncipe Butera Grade de España, pero ahí concluía mi conocimiento sobre lo que debería saber de mí mismo.
El dador del apellido había fallecido antes de poder instruirme sobre mi ascendencia; tuvo que ser una profesora de literatura la que diera la pista a otra Butera, de la cuestión que yo había ignorado por completo hasta esa fecha.
Conocía, había leído y visto cosas relacionadas con la península Itálica, sabía que también era su territorio Cerdeña y Sicilia; de esta última solo conocía la cara fea. La que siempre se ha difundido de esa hermosa isla mediterranea. Desconocía totalmente que allí había un lugar que se llamaba igual que yo. Mejor... yo igual que el lugar.
Tengo pendiente acercarme al origen de mi apellido, aunque exactamente ese no es sino un poco más hacía el norte en la península y en el tacón de la bota que representa esa bella tierra. Parte conozco pero como aquí las rutas turísticas se circunscriben a una serie de ciudades que si no las has visto dicen bulgarmente que no conoces Italia. Conocerla seria ir hasta Calabria y ver ese sur pobre y descarnado, pasar a Sicilia y empaparse de su paisaje y sus pueblos. Todos tienen historia, mejor que sus playas.
Espero poder realzar esa visita cualquier tiempo venidero.
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