22.1.08

AÑOS NEGROS QUE HAY QUE RECORDAR

Hurgando en papeles viejos - lo mio - no he podido resistir la tentación, de extractar un expediente de responsabilidades políticas contra un individuo que durante treinta y tres años se había dedicado a trabajar por un ideal; que había ocupado cargos de responsabilidad dentro de una organización dedicada a la defensa de sus semejantes - de inferior estatus social que él - y de cuya representación se ocupo durante más de diez años, durante los cuales llegó a ostentar la representación municipal de los vecinos del distrito de San Miguel - barrio de mucho obrero y poco burgués - por el que salió elegido, y una vez en el Ayuntamiento, perteneció a la Comisión de Personal, desde donde luchó de nuevo por el bienestar de, en este caso los obreros municipales.

Esta circunstancia más su candidatura para diputado en 1936, le acarreo el odio de los facciosos, que no pudieron arrebatarle la vida; pero lo condenaron a la expatriación.

La indignación que me ha producido la lectura de los argumentos condenatorios, me ha empujado a poner en la red lo que he pretendido tratar literariamente, aunque sea cosa seria la que en esos años acaeció en esta nación, que ahora reivindican los que la destruyeron.
No sé donde estaba por aquel entonces el protagonista de mi anterior post - D. Manuel - ni me molesto en averiguarlo. en cuanto su quijote levantino no había nacido; pero su afán depedrador lo ha alineado con la derecha, que siempre ha sido la que ha repartido prebendas y botines.

Primero, veamos la documentación de lo real y luego vendrá la visión de lo surrealista.
Día diecisiete de mayo de 1938. Zaragoza, calle Cerezo (Mariano) número ocho, segundo. Se personan tres individuos y son atendidos por Abelardo Pamplona, que es cuñado del personaje al que la autoridad de aquel tiempo quiere despojar de sus bienes, para que con ellos haga frente a la condena que en 1941 le fue impuesta.
Una vez situado el escenario comencemos con la representación. Los tres individuos que se personan en ese domicilio, son agentes interinos de la brigada de barrios de la comisaría de investigación y vigilancia, – ¿chivatos? – que por orden superior han de practicar un registro en el domicilio citado en el que vivía Eduardo Castillo Blasco.
El registro e incautación se relata en el acta del acto, que leída es firmada por los presentes, y que no voy a reproducir en su literalidad; primero para excusarme un tecleado innecesario, y segundo para no cansar al que lo lea. El resumen de dicha acta es el siguiente: En la habitación del citado Castillo es encontrada una cartilla militar a su nombre, dos carnets a su nombre expedidos por el funesto Ayuntamiento de la República, un pañuelo grande con los colores de la ya fatídica República, un paquete conteniendo diversas fotografías y hasta cuarenta y seis objetos que son descritos en conjunto en el acta y especificados unidad por unidad en un anexo.
El seis de agosto, por el Juez Señor de Pablos, es ordenado el peritaje de lo embargado, acto que genera otro documento y que efectúan Felisa Fierro y Pilar Iglesias, del comercio, en la relación de lo incautado y tasado figuran cuarenta y cinco artículos. – ¿Dónde está el que falta y cual es? – Lo que falta es un estuche de media docena de cucharillas de café con la inicial P, posiblemente de plata y lo que más valor tendría de lo incautado ya que según consta en el peritaje, todo lo requisado asciende a 353 pesetas, estos efectos fueron depositados en la comisión de compras sita en la calle Torre Nueva número 33.
Inquirido por el Juez, el Registro de la Propiedad responde el treinta de julio de ese año, que Castillo, no tiene bienes inmuebles ni derechos reales de ninguna clase.
También los Bancos son requeridos a que manifiesten los capitales que el incurso en el expediente pudiera tener depositados. De los nueve que actúan en la ciudad solamente en uno, el de Aragón tiene un depósito de 48,53 pesetas, que lógicamente son requeridas por el juez.
El surrealismo de este relato viene ahora. La sentencia que el catorce de octubre de 1940, el tribunal de responsabilidades políticas emite contra Eduardo Castillo Blasco, de la cual transcribo los resultándos que literalmente dicen:
Que de las pruebas, informes y antecedentes aportados a las diligencias, aparece justificado que… Eduardo Castillo Blasco militó siempre en el partido socialista, del que fue uno de los principales propagandistas en esta región, organizador de la UGT y constantemente desempeñó cargo directivo en su Comité provincial; fue elegido Diputado a Cortes por el Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936; intervino de modo personal y directo en el reparto de armas entre elementos extremistas de esta ciudad el 18 de Julio de 1.936, arengándoles en el Ayuntamiento para que hicieran resistencia a las Fuerzas del Ejército que habían declarado el estado de guerra y con el temor de ser detenido huyó a zona roja, en la que al parecer ejerció el cargo de Comisario del Ejército del Norte. Es casado sin hijos y sus bienes suman 400 pesetas, en efectos y metálico…
El segundo considerando dice: que según tal y tal artículos de la Ley mencionada; ya que fue directivo de la UGT afiliado a partido ilegal, significándose por su actuación a favor del Frente Popular y se opuso activamente al glorioso Movimiento Nacional; concurriendo en su contra las circunstancias agravantes del párrafo 1º del art. 7º de la Ley, y merecen la calificación de graves por lo que procede imponer al inculpado las sanciones restrictivas de la actividad, limitativas de la libertad de residencia y económicas, comprendidas en los grupos I, II y III del artículo 8º de la repetida Ley…etc.
Fallamos: Que debemos condenar y condenamos al expedientado Eduardo Castillo Blasco de Zaragoza a las sanciones de doce años de inhabilitación absoluta, igual tiempo de destierro a 250 kilómetros de esta ciudad y pérdida total de sus bienes.
También resulta surrealista, con la perspectiva actual que un Estado – así se denominaban los rebeldes – se incaute de, por ejemplo; dos pares de calzoncillos nuevos y tres pares de calzoncillos usados, así como una caja con seis paños higiénicos, – antiguos tampones o compresas para las hemorragias menstruales de las mujeres – y como estos tres asientos el resto de los anotados en el expediente.
A mí me ha retrotraído a aquellas hordas que arrasaban las poblaciones en la antigüedad y que seguro hubieran despreciado tan magro botín; pero las que por aquel tiempo se levantaron contra el Poder constituido, parece ser no despreciaban nada que pudiera pasar a su poder, aunque fueran esos calzoncillos usados que entrambos se valoraron en 18 pesetas, o los ya dichos paños higiénicos valorados en dos pesetas.
Esta descripción que en principio podría ser tratada en una escena de aquellas viejas películas surrealistas o también neorrealistas, si este expediente de responsabilidad política hubiera caído en manos de un Azcona o cualquier otro de los geniales guionistas de aquella época; a mí mientras lo leía en la quietud del archivo donde se custodia, consiguió sublevarme. Me imagine miembro de aquel trío de requisadores, y la verdad me dio vergüenza, el irme de aquella casa con tan magra requisa, que además resultaba inútil para el alto organismo que se titulaba Junta Recaudatoria Civil de Zaragoza adscrita a Defensa Nacional.
Eduardo Castillo, huyó a Madrid, donde junto con otros socialistas organizó el Batallón Aragonés y lucho en Guadalajara; anduvo por Aragón constituyendo de nuevo la UGT en el territorio leal, primero en Mequinenza y luego en Caspe, al final de la guerra se exilio en Méjico.
El colmo de la vesania fascista nos da el hecho, no aislado, del apresamiento de las mujeres de la familia, – madre, hermana y esposa – con la clara pretensión de imbuir en el huido el miedo al sacrificio de esas mujeres, que si en este caso tuvo un desenlace afortunado – se canjearon por familiares de Serrano Suñer en poder de la República – en otro del que tengo conocimiento y del que ya he escrito algo, consiguieron el objetivo. El huido se presento al tener noticia del apresamiento de su madre y hermana, y fue fusilado. El señor de las gafas oscuras Pascual Gracia Santandreu, era el presidente del tribunal y firmaba las sentencias de los expedientes de responsabilidades políticas en Zaragoza, llegó a general del ejército y fue nombrado hijo predilecto de Villarreal - Castellón

1 comentario:

Eduardo R. López castillo dijo...

Quisiera comentar que soy nieto del Sr. Castillo Blasco, y en efecto llegó a residir en la ciudad de México en donde murió en el año de 1986. Existieron héroes como el que no tuvieron la fortuna de salir de España y fueron asesinados impunemente por un asesino llamado Francisco Franco, quien no tenía ni siquiera valor y honor militar. La vida de mi abuelo en México fue buena y alcanzó grandes objetivos, cabe hacer mención que siempre deseó regresar a vivir a su amado país, sin embargo la muerte del traidor se produjo demasiado tarde y el ya tenía su vida en este maravilloso país que acogió a todos los exiliados. Una anécdota graciosa es que guardó una botella de vino de Cariñena desde que salió de España, su intención fue bebersela y celebrar el día de la muerte del traidor, cuando esto sucedió el vino estaba amargado era imposible beberlo, algo que a toda la familia le causó mucha gracia. El volvió a España a visitar a la familia que había quedado ahí, fue varios años seguidos hasta que las enfermedades lo alcanzaron. Soy mexicano por nacimiento, pero español por historia y convicción y celebro que los actuales gobiernos no se hayan olvidado de quienes tuvieron que salir de España por miedo a ser asesinados. En México convivimos muchas clases de hijos y nietos de españoles, pero quiero aclarar que aquellos que vinieron huyendo del régimen fascista lo hicieron con una mano atrás y otra adelante, no traían nada y aquí con trabajo, decisión y amor salieron y sacaron adelante a sus familias, son muy diferentes de aquellos que han venido en otras épocas y que solo vinieron a hacer lo que ellos llamaban HACER LA AMERICA. Ojalá puedan escribir mas acerca de los héroes anónimo de la guerra civil para hacerles un justo y merecido homenaje. Gracias.