Hace poco más de un año, concretamente el día 26 de octubre de 2007. Sin conocer los acontecimientos que podrían suceder. En éste lugar de mis divagaciones, hablaba de dos cruces; la de Cerro Muriano y la de Cuelgamuros, propugnaba la voladura de esa última y ofensiva cruz.
Haciendo referencia a otro monumento del horror de los muchos que en la España pasada hubo, pedía también su voladura; ésta si se ha producido. No exactamente volada; pero sí destruida.
No soy profeta; pero casi. Claro, que el espacio urbano que queda disponible es un bocado digno de buenas mandíbulas; como las de Gallardón; y fuera de uso era previsible que más tarde o más temprano se produjera mi vaticinio. Por el contrario el solar de la abadía de Cuelgamuros, aun habiendo tiburones para todo, es un pez menos apetitoso.
Lástima que la autoridad competente no tome una decisión parecida a la que se ha tomado con ese otro monumento del horror que fue la cárcel de Carabanchel.
Me permito opinar en contra de esa asociación de lo que sea, que quiere contra viento y marea, perpetuar ese horror, so capa de nostalgias, que en este caso podríamos denominar morbosas.
Si a los miles de presos políticos que por allí pasaron, les preguntaran; seguro que estarían conformes con su desaparición.
¿Hay alguien que le guste tener permanentemente abierta una herida?
Quienes reivindican su mantenimiento. Seguro que no han pasado por allí.
En cuanto a la cruz que habría que volar… ¿díganme ustedes. Por muy centro de memorias que se instaure en tan repulsivo lugar? ¿hay alguien que garantice que su erectud no es ofensiva para quienes lo construyeron y que no va a continuar siendo empleado, para mayor gloria de quien lo construyó?
Si pudiera haber algún alcalde en San Lorenzo del Escorial, que se atreviera con tan ciclópea tarea de desmontar lo que en mala hora se montó; fuera del partido que fuera, yo sería capaz de empadronarme en ese municipio y darle mi voto.
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