18.5.08

¡ EUREKA !

¡ Que me importa amí que llueva; si yo pienso en Malibu!


Ya lo he conseguido. Ya sé el porqué de muchas cosas que me venia preguntando desde hace muchísimo tiempo.

Hoy Manuel Vicent, me ha descubierto mi mediterraneo. Venia preguntándome, desde que por fin soy "libre" el porqué de que desde el punto de la mañana nos machacaban con los partes meteorológicos, las incidencias de circulación, las alcoholemias acaecidas en la noche anterior; y cunado es fin de semana, las agresiones habidas en el periodo nocturno... etc.

Lo dicho el Sr. Vicent, me ha dado la clave, dice: A esa hora, recién salido del sueño, el cerebro se halla muy blando todavía y da entrada franca a todos los mensajes con los que es bombardeado de manera inmisericorde.

En tiempos ya pretéritos, a las seis de la mañana, llegaba al tajo, el compañero al que le tomaba el relevo, con una premura comprensible te decía una serie de cosas que comprendieras o no habías de cumplir. Luego había que rellenar el parte de trabajo donde ya asumías tu responsabilidad en lo que hicieras. No te deban tiempo para que pudieras cuestionar las órdenes.

Superada ya esa etapa; ahora es lo dicho. El tiempo, el tráfico, el follón; en una palabra con la teoría del Sr. Vicent, te acojonan, para que todo el día estés disponible a los caprichos de cualquiera.

Claro que parece ser que esa técnica ya la había enunciado Orwel y su Gran Hermano.

Yo no lo sabía, quería creer que amablemente se me daban los parámetros para salir de casa y no constiparme; si era el tiempo lo que me habían indicado; si del tráfico se trataba entendía que había de salir un poco antes para poder llegar a tiempo en mis obligaciones. En fin creía de buena fe que era por mi bien.

Pero resulta que si me decían que en el transcurso de la mañana se producirían chubascos, cargado con el paraguas, con el riesgo y la preocupación de dejarlo olvidado en cualquier sitio, salia de casa y cuando volvía a ella después de haber pasado toda la mañana a la intemperie, no lo había abierto.

Cuando era el tráfico el que podía preocuparme por la necesidad de puntualidad en algún asunto, haciendo caso del amable informante, me plantaba en la parada del autobús cinco minutos antes de la hora habitual, para así poder llegar a tiempo a mi propósito.

El autobús... ciertamente le cuesta más que los demás días llegar a mi parada, con lo cual yo doy gracias al informante de la situación del tráfico; pero resulta que una vez en el vehículo, el asunto del tráfico ya esta resuelto, el autobús como una flecha llega a la parada de mi destino con el suficiente tiempo como para que yo me aburra esperando esos cinco minutos que había programado más los ganados en el trayecto.

Información errónea, o mal intencionada. ¿Que pretendían ? que me cabreara con el conductor del autobús, por hacerme sentir la falta de tiempo, que después resultó inútil.

Lo dicho, desconocía la teoría del ablandamiento cerebral durante las horas de sueño. Ahora que la conozco, aunque su constatación científica no la se, pero me fio de tan ilustre escritor, me explico ese afán mañanero de todos los medios sobre todo los orales y televisivos

Ahora que ya se el porqué voy a dormir a pierna suelta y que mi cerebro se ablande todo lo que quiera. Yo seguiré, sin hacerles caso a esos bustos parlantes y esas voces, yo haré lo que me convenga en cada momento.

1 comentario:

Julián Moyano dijo...

entonces habrá que despertarse con una emisora en otro idoma, para no entender ni papa. Yo no lo veia tan retorcido pero viéndolo así... De todas maneras con la televisión el cerebro ya está lo suficientemente blandito como para preocuparlo
(informativos->tristeza)
y hacerle consumir lo que jamás había previsto
(anuncios->felicidad).