Navidad...

Air Madrid deja en tierra a cientos de pasajeros. La carretera se cobra unas cuantas vidas inútilmente sacrificadas. Las carreteras cargadas de vehículos y de paciencia para llegar a un destino que luego quizás no satisfaga los anhelos depositados en esa visita a los amigos o familiares, para juntos celebrar una festividad cada día más degradada, más perdido su espíritu atávico de celebración del solsticio de invierno. Trufada de consumismo en todos los ámbitos; tanto oficiales como particulares, derroche de energía, con miles de bombillas consumiendo miles de Kw. en pueblos, ciudades, villas y villorrios.

El agosto se hace en invierno, con una serie de artículos que por estas fechas multiplican su precio sin consideración y aun quizás mereciendo el valor dado, lo pierden por la difusión y disposición que de ellos hace la publicidad, pretendiendo y consiguiendo que todos, ricos y pobres accedan a ellos; unos sin problemas y los otros consiguiéndolos a través de sacrificios ingentes que arrastraran el resto del año que va empezar.

Todos se olvidan del refrán castellano que dice... Rico es el que nada desea y el que nada debe.

Así el uno de enero todos somos pobres, las tarjetas de crédito – modernos usureros – han funcionado durante unos días a todo gas y aun consiguiendo parecer ricos no lo hemos logrado; deseábamos todo lo que a nuestra vista se exponía y para ello no teníamos reparo alguno en endeudarnos – los más afortunados solo durante unos días – los menos les durará el empeño algún tiempo más.

Nadie se acuerda de un antiguo español que en el siglo I decía ...– Cualquiera puede menospreciarlo todo, nadie puede tenerlo todo: el más corto camino a la riqueza pasa por el menosprecio de la riqueza –

Este andaluz que sí era rico y que no sabemos si su pensamiento era acorde con su actitud, dijo una verdad bastante ajustada. Nadie creo yo saca conclusiones de este aserto de Séneca; todos queremos ser ricos y como no lo somos pretendemos aparentarlo proveyéndonos de infinidad de cosas que creemos necesarias y que ciertamente nos empujan a la pobreza; cuando la actitud correcta seria la inversa y así sin menospreciarlo todo pero conformándonos con lo que nos corresponde por nuestro nacimiento tener todo lo necesario para nuestra vida.