29.11.07

PREMIO




Primer premio. Desde antes de ayer y estuve tentado, de decírselo a él; pero al final no me sentí con fuerzas por si pudiera ser mal interpretado.




Ya en este mismo lugar, hace algún tiempo, expuse mi opinión sobre un usuario de uno de los autobuses urbanos que transportan a los estudiantes de ingeniería de esta ciudad.




Pues en una de esas lineas que vienen o van a ese emporio de inteligentes y futuras criaturas que en un tiempo no muy lejano han de diseñar, pensar y construir artilugios útiles o inútiles. Eso nadie lo sabe.




Lineas de autobús que francamente dejan mucho que desear en cuanto a la regularidad y el servicio. En una palabra; casi siempre, cuando acedes a él tienes en tu interior un desafuero importante, debido a una espera excesiva, cunado no a una aglomeración desorbitada; en fin un poema .




Toda esta descripción anterior, se daba antes de ayer; en una de las paradas accedió al autobús un hombre de alguna edad y además con un bastón, este hombre solo recorrió un corto espacio del autobús. ¡Un joven de esos futuros cerebros se levanto de su asiento y se lo cedió al anciano!




La verdad es que, con mi cabreo, por sentirme ninguneado por una compañía que solo piensa en el negocio y no en el servicio, ante la actitud de este joven me sentí emocionado. Hacía mucho tiempo que no veía un detalle de esa educación que ya no se lleva.




Como he dicho estuve a punto de pedirle el nombre y después llamar al rector de la Universidad, para que lo mencionara en un cuadro de honor de la educación.




Esto y no la muerte de la desgraciada rusa que ha muerto a manos de un desalmado es lo que deberían de publicar los medios.


El mundo quizás sería mejor porque como se ve, siempre hay alguien que sabe lo que debe de hacerse.

1 comentario:

Julián Moyano dijo...

creo que te conté, como en la avendia madrid, una señora se bajó del bus y el conductor cerró la puerta antes de tiempo, aceleró y terminó la mujer en el suelo. Ni corto ni perezoso el conductor ni se inmutó, nada... ni pestañeó... como un robot, los que allí estábamos empezamos a gritarle para que parara, tampoco se movió. Paró, abrió la puerta para que dos personas se bajaran a ayudar a la mujer que él había tirado, y como vio que tardaban siguió adelante como un robot. Fue denigrante, para todos, menos para el conductor. A mi personalmente me dieron ganas de quemar el autobus, para ver si el conductor se atrevía a pestañear, puesto que nuestras palabras no sirvieron para lo más mínimo. Nada, un vacio absoluto.