15.9.06

A vuelta con los medios

Estoy estupefacto desde hace mucho tiempo con el comportamiento de los periódicos de este país, en general, claro está que los de aquí, no difieren de los de otros lugares por eso me gustaría que todos, todos cambiaran su manera de informar...?
Llevamos unos días a cuestas con una conspiración que dura ya dos años. Todo un verano con el asunto del efecto llamada, en fin un cúmulo de noticias que no sé lo que pretenden.
Se hacen eco todos a la vez de los mismos asunto, claro que las opiniones que generalmente lanzan suelen ser tan iguales que no crean opinión sino un atolondramiento supino.
El País publica una contra noticia de lo que ha publicado El Mundo, La Ser se hace eco de lo dicho por el de su mismo grupo económico, entonces La Cope sale a la palestra y abunda en las tesis de El Mundo rebozandose de tal modo que parecen originales pero que lo único que son es una sarta de maledicencias lanzadas al aire que cuando penetran en las mentes del público le ocasionan tal empanada que llegado el momento y dada la falta de análisis que esta sociedad tiene puede dar el resultado más inesperado.
Entre tanto de este río revuelto casi todos pretenden pescar y en espera del día se despreocupan de todo lo que de verdad deben importar.
Los estudios que fuera de este país se hacen sobre los españoles no nos dejan bien parados más que en dos o tres parámetros que precisamente son los que a solo un escaso número les interesa, la especulación y el papanatismo de un pueblo que dócilmente se deja manipular.
Nadie se acuerda ya de las imágenes que hace muy poco tiempo bombardearon a la llamada "opinión" de las luchas fratricidas entre hutus y tusis; ahora nos bombardean con otros negros que amontonados en barcas de madera se lanzan a una singladura tan peligrosa como la anterior lucha de la que pudieron escapar en busca de una vida mejor que allí desde luego no pueden conseguir por una u otra causa.
Estas causas nos empecinamos en que sea de ellos, sin querer ver lo que el blanco ha hecho con ese continente, al que ha privado de casi todo de una forma u otra.
No conformes con eso cuando arriban a nuestro suelo, con el argumento de su ilegalidad son explotados miserablemente. Cunado después de grandes esfuerzos consiguen esa legalidad. Se les exige adaptación y cuando ellos quieren ejercerla llevando a sus hijos a las escuelas donde se educan europea mente nuestros hijos, para que los suyos puedan tener la misma oportunidad; pero esa integración resulta que no puede ser ya que son discriminados, no pueden integrarse ya que no tienen con quien hacerlo. Nuestros hijos no pueden educarse en los mismos colegios que ellos.
El blanco accede a los colegios concertados regidos por religiosos que encubiertamente hacen la selección y donde el alumnado escasamente está mezclado.
En el campo laboral sucede lo mismo. Nadie les pregunta su formación, simplemente se les da los peores trabajos que los nacionales no quieren realizar. Cuando acceden a una vivienda son espoliados sin consideración imponiéndoles unos alquileres abusivos, por viviendas insalubres que los nacionales rechazan.
Con estas perspectivas yo me hago cruces de como son capaces de arriesgar la vida para seguir sufriendo moralmente los mismo que física y moralmente sufren en sus países.
Claro que yo mismo, cuando me planteo esta pregunta, me la devuelvo diciendome,¿ como nosotros los españoles que pasamos por circunstancias parecidas ahora hemos olvidado aquello?
El buen vivir que hemos adquirido nos ha anquilosado la memoria y nadie, nadie, se preocupa más que de sí y cunado se preocupa de algo, es precisamente de lo que esos medios del principio quieren que nos ocupemos y esas ocupaciones pasan por que, creamos lo que alguien quiere que creamos. Así la llegada de una barca a cualquiera de las playas de nuestro litoral es suficiente para que se lancen a una campaña de criminalización de cada uno de los seres que han llegado hasta aquí. El principio es un encierro durante cuarenta días, conducidos hasta ese encierro como si fueran vulgares delincuentes custodiados por agentes policiales; transcurrida su reclusión son puestos en la calle para que se busquen la vida. Ahí viene la criminalización; si vende cedes lo persiguen, si pretende trabajar es explotado, hasta que como cualquier ser racional que se siente acorralado se toma la justicia por su mano. Ya es un delincuente. Ya han conseguido el propósito, una amenaza más para una sociedad, que sin ningún criterio y sin entrar en el más mínimo análisis se radicaliza y ve en el extranjero al enemigo.
Seria de desear que los medios de comunicación cambiaran de actitud pero creo que eso no va a ser.

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