6.1.07

EPIFANIA


Por fin se concluyen las fiestas de Navidad, las billeteras ya más ligeras afrontaran el resto del mes con menos energía; ya han gastado en las fechas previas al día veinticuatro casi todo el gas que la paga extraordinaria de Navidad había insuflado en las economías españolas, pero la satisfacción de consumir a lo grande no se les va a quitar nadie.

Los medios de comunicación propalan las estadísticas de gasto por habitante, en cada uno de los artículos que estos días se consumen – entre ellos y por ver si se puede arreglar el asunto, la lotería – pero haya o no suerte; el gasto, por esa nimiedad no se debe disminuir.

Hoy, tocaba el balance de lo consumido, para la educación en el consumo, de los futuros consumidores. Filmados por las cámaras; unos con cara de sorpresa, otros de asombro, alguna expresión de picardía, entre las caras de los niños; sometidos al estrés de abrir los paquetes con los deseos pedidos, que salvo algún mayor impedimento, han sido conseguidos. Puestos al día los ciudadanos que por unas causas u otras ya no celebran la última fiesta de las del solsticio de invierno, pueden creerse privilegiados por haber escapado por lo menos a uno de los días de vorágine consumista.

Siendo yo de las personas que ya no celebran ésta última fiesta, por dos razones obvias; la edad y el poco afán y necesidad de objetos, además de no tener un entorno demasiado consumista, no por ello me he librado del bombardeo mediático sobre este asunto. Los consejos para ahorrar? Las estrategias para conseguir lo deseado... En fin un sinnúmero de obviedades que a muchos nos parecen insultos a la inteligencia.

Ahora bien. No hay mal que por bien no venga; todo este despliegue te retrotrae a cuando las noticias eran otras.

– Aunque al no haber TV. El bombardeo era menor, pero también aquel fantástico NODO, por estas fechas hacia alarde propagandístico del consumo que el régimen proporcionaba. Aquella inolvidable voz de Matías Prats loando las bondades de las tristes navidades de los años cuarenta y cincuenta, que yo supongo, ya que mi acceso al cine; conscientemente fue algo más tarde.

Lo que sí tengo indeleble en mi mente es las cabalgatas de Reyes que en la tarde de la víspera recorría las calles de mi ciudad y supongo que las de las demás ciudades.

Aquella tarde – ya noche, entonces la ora oficial era la del meridiano con lo cual anochecía antes – el ejercito se encargaban de organizar un desfile de los Reyes Magos; en el que tres oficiales, con ropas seudo orientales, montados en los bien alimentados caballos del ejercito y uno de ellos tiznado su rostro para emular al Rey Baltasar, recorrían el itinerario marcado, acompañados de una banda que interpretaba marciales músicas y cerrando al comitiva un escuadrón de caballería que con sus clarines enardecía al público adulto, ya que los infantes teníamos bastante con esquivar el miedo que infundían aquellos caballos tan cerca de nosotros.

Luego pasados los años de exaltación patriótica, comenzaron a ser los munícipes los que también tiznado uno de ellos representaba el papel de aquel exótico Rey, de no se sabe que reino; también cambio el séquito aumentando en vistosidad; caballería, a parte de la real ya no había otra que los seis guardias engalanados y a caballo que precedían y lo siguen haciendo todos los actos en los que interviene la ciudad, sobre todo procesiones, algún desfile cívico y poco más y cuya función ya también en desuso era el servicio de vigilancia en los barrios rurales que forman parte del término municipal.

Luego vino la democracia y no inmediatamente pero sí poco después; el crecimiento económico nos fue trayendo foráneos – entre ellos algún que otro de color – entonces ya no hizo falta el maquillaje. Baltasar era de verdad Baltasar.

Estoy esperando la próxima cabalgata de Reyes por ver si los nuevos concejales que hayan accedido a los Ayuntamientos de toda España deciden de nuevo participar como Reyes Magos y de entre ellos ya no haya que maquillar al tercero.

Se merecen los hombres que con su esfuerzo participan en la creación de bienestar, gestionarlo también y los hay preparados, para esa función y para muchas más entre ellas hacer de Rey Baltasar sin mistificar el personaje.

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