24.11.06

Convencimiento


Ayer al saltar la noticia, quizás me excedí en mi apreciación; hoy repasando la prensa y vistos los telediarios, la noticia de ayer ha resultado no ser tan jaleada como otras de parecidas circunstancias.
La diferencia de los hechos, comparada con otros más truculentos; los protagonistas de la noticia, también distintos a otros protagonistas de sucesos del mismo cariz; en fin, una desesperante noticia que sobrecoge a cualquier bien nacido y que discurre por derroteros trillados; pero que analizados con la necesaria distancia y racionalizados debidamente, han de conducirnos a conclusiones aterradoras.

De los dos periódicos que leo uno, no dice nada y el otro, en una moderada columna da la noticia con los matices que ayer fueron esbozados por los medios audiovisuales. Lastima que la redactora de la reseña deslice entre sus frases, la consabida violencia de género.
Cierto. Ha sido un acto violento; pero no ha sido menos violenta la sociedad que ha dejado a su suerte y sin ninguna compasión hacía el sufrimiento ajeno, a una pareja de ancianos desvalidos a los que hubiera tenido que mimar, solamente en recompensa por lo que ellos durante tan prolongada existencia le habían proporcionado a esa sociedad, que ahora en la dificultad les daba la espalda.

Seis meses de vida vegetativa, al cuidado de un hombre de ochenta y ocho años, al que se le ha insinuado, que su mujer va a vivir muy poco y que por eso se la manda casa; han de resultar una eternidad y un pensamiento lúcido, ha de hacer unas cuentas que si a los demás no les cuadran a él sí.
Por eso el suceso que ayer se difundió; insisto no tiene nada que ver con la violencia de género; sino todo lo contrario. ¿ No hubiera elegido este hombre una muerte dulce para su mujer? Si hubiera podido sí.

¿Qué impedía a los médicos que la habían desahuciado, el concluir dignamente con una vida que ya no era tal? El temor a acusaciones malvadas como las acaecidas a los honrados médicos del hospital Severo Ochoa de Leganes, que les pueda costar la libertad y el linchamiento profesional.
Y la última pregunta, que no tiene más contestación que la que no ha dado el hombre en la nota explicativa de su decisión ¿Cuánto la quería para tomar la decisión que tomo? Aunque esta se viera frustrada por el miedo al actuar contra sí.

Mantengo mi tesis. Ni crimen pasional, ni violencia de género, ni enajenación mental. Amor y solo amor es lo que ha empujado a este hombre a acabar con el sufrimiento de toda la familia y el suyo propio, ya que el de su amada no existia.

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