14.11.06

La Historía encarece cada día



Hace algún tiempo hablé de historia comprada, refiriéndome a una etapa de mi vida. Entonces cometí un error que prometía enmendar. Hoy ha llegado esa enmienda.
El veinticinco de mayo; domingo de Pentecostés del año 1947 el que esto escribe, aún no había cumplido ocho años y el que me lea sabrá que entonces, todos eran católicos y si no lo eran lo fingían. No es mi caso; claro que a los siete años nadie, por más que se empeñen tiene noción de nada; pero mi casa si era católica, es más hasta había una monja; y de clausura para más devoción.
El día ya citado en la escuela a la que asistíamos mi hermano y yo; se celebraba la ceremonia de “La Primera Comunión” todos los años, el Domingo de Pentecostés, a una cuadrilla de arrapiezos se les hacía comulgar aunque no con ruedas de molino; como ahora pretenden hacerme ciertos asuntos que están en el día a día; Pero esto es otro asunto.
Como se puede apreciar por la imagen que encabeza esta confidencia y que retrotrae a tiempos pasados, se vera una escena en la cual destaca de entre todos uno.
Ni se, ni me importa; de donde había salido el traje de marinero que el disonante exhibía , yo también tenia otro distinto; pero no se por que motivo no me lo pusierón ¿ quizás la prudencía? pero sí se que concluida la ceremonia y fuera ya de la escuela fui dignificado con un traje traído de Madrid por un tío mío. De su hijo un par de años mayor que yo.
La verdad es que no recuerdo muchas cosas de aquel día; sí que en casa, y a costa del tío de Madrid, en mejor posición que su hermana y su madre; o sea mi madre y mi abuela. Se comió con extraordinario como correspondía a una ocasión como aquella.
La escuela a la que me refiero, todavía existe en su emplazamiento; no así en sus funciones además al ir a cumplir un siglo, existe el proyecto de unir el edificio al Museo Provincial. Me refiero a “La Caridad” edificio construido para la Exposición Hispano Francesa de 1908; El Ayuntamiento tenía una fundación dedicada a la beneficencia y cuando concluyó la exposición, en ese edificio radicó su fundación.
Allí iban los niños pobres, entre los que yo me encontraba. Además de desasnarnos nos daban de comer y merendar y para la ocasión que relato hasta el traje.
Hago notar que el traje al contrario que los comerciales era de pantalón corto y no sé si se apreciara; no tenía solapas. Ahorro de tejido, supongo yo ya que no creo fuera modelo exclusivo.

1 comentario:

David Corellano dijo...

Lo curioso es que, 60 años después, la cosa ha ido a peor: las familias, ricas o pobres, siguen cumpliendo con el ritual de vestir a sus hijos/as con las mejores galas(?) para pasar por el altar.... Eso sí, ahora se ha añadido una costumbre que en tus tiempos no existía, que no es otra que sablear a los invitados con cuantiosso regalos salidos de una ¡lista de comunión! de El Corte Inglés. Citando al expresidente del Congreso, y sin que sirva de precedente, ¡manda huevos!