19.11.06

Escabrosidades

El título podrá parecer extraño; pero es la única palabra que acude a mi mente para decir lo que prometía ayer. Después de la descripción dada a las calles reflejadas y haber prometido las propias; como las que ayer baje de la web del Ayuntamiento, eran suficientes y dada mi inexperiencia en el asunto de la ilustración de estos artilugios modernos (blogs, webs, etc.) Hoy vuelvo a la carga, con algunas de las calles que ayer; en blanco y negro, hoy en color; acervan mis recuerdos.
De entre estos hay uno, que solamente cuando por allí deambulo acude a mi mente y del que hablare más adelante.
Si hay quien me siga recordara mi cuita para acceder a ciertos archivos y la denominación que a esta actividad le adjudico “Alcahuete” así en mis escarceos por viejos documentos, en una sucesión de ellos he recopilado y guardado; más por curiosidad, que por ciencia, unos datos que ahora encajan en lo que pretendo escribir, además de describir.
En el Censo Municipal de 1900 – incompleto – he contabilizado hasta cuatro LENOCINIOS, de ellos uno en la calle Perena, que es una de las ayer tratadas; cuándo diariamente acudía a esa calle en esa ubicación no existía – había pasado más de medio siglo – no obstante y quizás como una maldición ¿o bendición? Existía otro, justo en la otra esquina; ya dije que la calle Paraíso hacía esquina con la de Perena, en la primera casa de la derecha que formaba cuerpo con la calle Perena a la que correspondía el número veinte duplicado y dos de Paraíso, por aquel entonces existía una casa de lenocinio. De la cual y ya entrada la madrugada, algunos días pasaba a la panadería una de sus pupilas a adquirir el pan.
También he de hacer notar para los memoriosos que cuando yo trabajaba en esa panadería hacía algunos años que el “régimen “ en un afán moralizante, había suprimido por ley, el oficio de meretriz y su industria. Eso no quiere decir que no existiesen aunque estuviera penado. Ya digo de cuando en cuando, una de ellas antes de acostarse compraba el pan recién hecho, para acostarse ya desayunada. Pasados los años el barrio degeneró y proliferaron los bares en los que además de copas – por entonces vinos y cervezas – te servían otras cosas.
Hoy continua la tradición en ese entorno, que a pesar de ello también ha decaído siendo ahora marginal dentro de la marginalidad del asunto.
La fotografía de la calle Paraíso es lo suficientemente explicita como para ahorrarme una serie de renglones sobre el asunto.
El que podríamos datar como primero de los lenocinios de ese entorno estaba situado en el número nueve de la calle Perena , pertenece a la manzana cincuenta y tres del plano general de Zaragoza, constaba de cinco pisos – debe de ser habitaciones – ya que las alturas de esa calle no superaban las cuatro alturas, estaba administrada por Don José Palomar.
En uno ¿o quizás dos? de esos pisos tenia su negocio Petra Heredia Betes de 32 años, soltera, natural de Tauste y con diez años de residencia en Zaragoza su profesión censal “Ama de Lenocinio” Tenia a su cuidado – así constan en el padrón, como pupilas – cinco mujeres cuyo oficio u ocupación era el de prostituta, constando en el citado censo, con ese vocablo.
Ciento treinta y ocho años y siendo soltera la dama, no creo meterme en ningún lío de difamación por dar su nombre. De sus pupilas diré que oscilaban entre los veintiséis y veintinueve años; sus procedencias eran dispares de Calatayud, una, otra de Valladolid, de Ferrol había otra, una malagueña y otra de Piedratajada.
Además de este he contabilizado para ese año a treinta y uno de diciembre de 1900 otros tres más; uno en la Plazoleta de la Leña – hoy ocupado su espacio por la calle San Vicente de Paúl, estaba al final de la calle de la Yedra en la intersección con la calle de la Sartén, otro también en ese entorno, – calle del Espino – hoy existente pero mutilada, también por la dicha calle de San Vicente de Paúl que con anterioridad se había llamado del Gigante, y el tercero en la calle de Lezaun, antes del Fierro, también en ese entorno esta concretamente de la calle Mayor a la de Don Juan de Aragón, desaparecida del callejero desde 1943, cuando se realizo la reforma de ese sector por la apertura y prolongación de la dicha calle de la Yedra o San Vicente de Paúl. Su supresión duro cincuenta años hasta 1993, en que se dio el nombre de este ilustre personaje a una de las calles del nuevo barrio de Monte Canal
En estos momentos aun perviviendo en el primer sector descrito la prostitución, en el resto de las calles citadas están limpias, habiéndose trasladado a otras zonas de la ciudad.
El próximo será, sobre más cosas viejas. Yo lo soy por tanto hablo de mis cosas.
P.D. Escabrosidad tercera acepción del vocablo en el diccionario de la RAE

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